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Navidad: ¿La mejor época del año?



Las fiestas de fin de año pueden llegar a convertirse para muchas personas, en momentos de angustia, y finalmente llegan a ser la peor época del año.


Pero, ¿a qué se debería esta afirmación, en la temporada más esperada casi por todo el mundo? Pues, el tema central, va principalmente al sentido netamente comercial que se le ha dado a la Navidad, fecha que antaño se consideraba como una temporada de obsequiar amor al prójimo y realizar actos de bondad hacia los más desfavorecidos. Sin embargo, hoy en día, gracias a la globalización y al alcance mundial de las redes sociales, son muchos los productos que se pueden comprar desde distintas partes del orbe, lo que deriva en un nivel de consumismo cada vez mayor.

Por ejemplo, durante esta época del año, todo el mundo se preocupa más por saber qué presente es el más adecuado para un intercambio de regalos en la oficina o en una reunión familiar, en lugar de realizar, tal vez, una lista para brindar tiempo con aquellos con los que no tuvimos oportunidad de reunirnos durante todo el año, darles una sonrisa o un gesto que ilumine el momento, en lugar de abrir sendos obsequios.

De hecho, es precisamente la situación económica de muchas familias las que provocan ansiedad y depresión en esta temporada navideña. Ver por las calles a niños de escasos recursos pararse frente a vitrinas de jugueterías y en el interior padres que compran presentes a sus niños, no es algo que pase en películas o comerciales que pretenden conmovernos, sino que es una situación real que se vive día a día en la ciudad.

La frase de “la Navidad se ha devaluado” es bastante cierta al observar que grandes empresas alimenticias, industrias de juguetes, y hasta fábricas de bebidas alcohólicas que manipulan la psique colectiva mostrando en grandes publicidades imágenes de felicidad completa si se tiene su producto en casa para las fiestas y no así resaltar el valor de una reunión con los seres queridos.

Por otro lado, esta situación de estrés pre navideño junto al alto nivel de derroche económico, provoca un incremento de enfermedades psíquicas en las personas, y más aún tras una pandemia que ha dejado profundas cicatrices en muchas familias que quizá este año estén incompletas. También existen otros factores que contribuyen a una depresión crónica durante estas fiestas como el excesivo consumo de bebidas espirituosas, alimentación poco saludable y la soledad física en la que vive mucha gente.

Es por todo ello, que se debe reflexionar sobre qué tipo de Navidad queremos legarles a nuestros hijos: una donde se puedan compartir los mejores deseos espirituales hacia los “demás” o continuar creyendo que se trata de una fiesta reservada solo para los afortunados en la vida, pretendiendo que cuanto más lujosa sea la navidad ¿más felicidad nos brinda?


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