Durante los últimos años, la Tierra ha experimentado distintos fenómenos climáticos, pero en las últimas cinco décadas los efectos más drásticos se han sucedido. Esto ha sido causado por el desarrollo de la industria de combustibles fósiles, lo que ha llevado a una producción de CO2 muy superior a la de otras generaciones. Como resultado, se ha producido una concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, que ha provocado la desestabilización de los sistemas climáticos del mundo.
Resulta sorprendente observar las elevadas temperaturas que el termómetro muestra cada verano, que parecen aumentar en un grado más. Además, fenómenos imprevisibles como nevadas intensas en el mes de diciembre en La Paz o lluvias extremas en el oriente del país que llegan a inundar todo a su alrededor durante varios días, son impactantes. En invierno, un frío polar recorre cada región del planeta, lo que hace que estos eventos climáticos sean aún más notables.
Los cambios drásticos en el clima mundial se deben principalmente a la influencia humana, lo que ha provocado la modificación de los entornos ambientales. A consecuencia de ello, los ecosistemas tienen una reducida oportunidad de adaptarse y corren el peligro de extinguirse o migrar a zonas más adecuadas. Este fenómeno provoca un cambio en la cadena alimenticia de cada lugar y conlleva graves consecuencias para el medio ambiente y la supervivencia de las especies que lo habitan.
Además, cabe destacar que, según el IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático), la temperatura global se ha incrementado en un 0,5% y se proyecta que aumentará hasta un 4% para el año 2100. Este aumento representa un verdadero peligro para la salud humana, ya que se pronostica que en el año 2030 una de las principales causas de muerte será por efectos de olas intensas de calor.
Por otra parte, el cambio climático también produce un aumento inusual de la intensidad en las lluvias, granizadas y desbordes de los ríos. Sin embargo, al mismo tiempo, en regiones más bajas se ha detectado la disminución e incluso sequía de los caudales fluviales, lo que conlleva a una baja producción de cultivos y pérdidas en la cosecha.
Además, este año se ha presentado una epidemia masiva de dengue en nuestro país, principalmente en los departamentos de Santa Cruz y Beni. Esta situación se debe a la gran cantidad de precipitaciones pluviales que han inundado lagunas, caminos y cualquier lugar donde el agua pueda acumularse. La humedad y el clima característico de la zona han creado un ambiente propicio para la reproducción del mosquito Aedes aegypti, que transmite no solo el dengue, sino también otros virus y fiebres tropicales.
Asimismo, durante el pico de la epidemia que ha afectado principalmente el área urbana, con al menos 14.000 casos de dengue, se ha puesto de manifiesto una gran falencia en el sistema médico, sobre todo en la ciudad de Santa Cruz. Cada día, las noticias han mostrado hospitales colapsados y el lamentable fallecimiento de infantes debido a la falta de atención médica.
La rapidez con la que los vectores, como el mosquito del dengue, se desarrollan es tan alta que se ha emitido una alerta en el departamento de La Paz, específicamente en sus zonas semi tropicales. Estas condiciones se deben a los cambios en el clima que modifican las distintas características del medio ambiente, favoreciendo el establecimiento de vectores en nuevas zonas.
Sin duda, la situación climática mundial proyecta un futuro menos alentador. No obstante, mediante pequeñas acciones de mitigación y prevención, se podrían retrasar o aminorar los efectos del cambio climático. Por ejemplo, manteniendo nuestras casas limpias o limpiando aquellos lugares donde el agua queda estancada. También es importante que las autoridades gubernamentales tomen medidas de acción ante esta problemática cada vez más severa.