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¿FELIZ DÍA DEL ESTUDIANTE?: LA REALIDAD DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN BOLIVIA


Por: Angela S. Balanza Sarmiento


Llegar a septiembre es llegar a la primavera, la juventud, a aquello que nos recuerda que los días serán más largos y cálidos, pues el invierno ha pasado ya y con él las mañanas gélidas. Es pues este mes, el que contiene un día muy particular que reúne tres acontecimientos importantes para aquellos ciudadanos con un alma sensible, como es el día del amor, el día de la amistad y un tanto más relacionado a los jóvenes, el día del estudiante.

Precisamente, la semana anterior pasaba por el Monoblock Central y empecé a recordar mis días de estudiante (que no fueron hace mucho), el llegar siempre puntual a clase, realizar mis tareas y absorber todo el conocimiento que pudiera, también, claro, reunirme con los amigos y contarnos anécdotas o quejarnos de alguna materia.


Suspiré al pensar en todo ello, pero a la vez, al observar a los jóvenes entrar y salir de este histórico edificio, reflexioné acerca las universidades públicas, cómo uno se forma para llegar a ser profesional, qué herramientas nos brindan y el proceso que todo estudiante pasa para llegar a ser un profesional; y noté que tanto nuestra casa superior de estudios de La Paz, como las de otros departamentos del país, sufren de varias falencias que va en detrimento de aquellos que desean convertirse en miembros que aporten profesionalmente al desarrollo del país.


Mientras me sentaba brevemente en los jardines de la UMSA, pensé en aquellas falencias y me di cuenta que se reducen a varios factores como la mala interpretación de la autonomía universitaria, la desactualización curricular en varias carreras, la escasa preparación para el mercado laboral, entre otros, sin mencionar a la burocracia para realizar el proceso de titulación.

Respecto a la autonomía universitaria, debería tratarse de una autonomía institucional y no política, es decir no permitir la permanencia indefinida de ciertos ejecutivos estudiantiles, solo porque son afines a cierto partido político, por lo que caen en la corrupción y malos manejos administrativos de los recursos del Estado.

Por otra parte, es necesario que se realicen actualizaciones a las mallas curriculares de varias Carreras, para no fomentar la saturación en facultades tradicionales, que tienen un mercado laboral totalmente copado y que obliga a los titulados a tomar una segunda carrera o a dedicarse a actividades lejanas a su formación base. Por ejemplo, hablemos de Comunicación Social o Diseño Gráfico, donde la enseñanza está basada en medios tradicionales que en la actualidad no son relevantes para varias empresas del sector privado e incluso instituciones gubernamentales. Por lo que, las universidades públicas deberían pensar en invertir presupuesto para desarrollar nuevas carreras que permitan a los bachilleres elegir campos profesionales de alta demanda. Esto permitiría a los estudiantes desarrollar nuevas capacidades, y profundizar en otros ámbitos más allá de los ya conocidos.

Acerca a de la escasa preparación para el mercado laboral, se detecta un problema realmente profundo, puesto que, al ser la educación pública y gratuita, o mejor dicho de un costo mucho menor al de las universidades privadas, muchos de los jóvenes, sin generalizar, no se toman en serio su posición de estudiantes, porque no existe la exigencia acorde al nivel de estudios. La universidad debería funcionar con la lógica empresarial de que si uno no rinde conforme a las expectativas debería ser retirado y continuar con aquellos que cumplan con los estándares adecuados y tengan las ganas de aprender. También, aplicaría a aquellos docentes que quieran realmente enseñar y no solo realizar formación política en las aulas.


Por otra parte, deseo resaltar un problema que de igual forma se convierte en una traba al momento de titularse y se trata de la burocracia. No solo basta con referirme a la falta de información precisa sobre los pasos a seguir tras el egreso, sino también a la poca calidez en el trato por parte de administrativos, y sin hablar de los extenuantes meses en la espera de que se logren las firmas y sellos de autoridades para obtener el visto bueno y pasar al siguiente nivel que confluye además en ir caminando de Carrera a Facultad, de Facultad a Monoblock Central y finalmente a la división de Títulos y Diplomas, todo ello totalmente descentralizado, cuando debería hallarse todo en un mismo campus. Una solución al problema quizá sería automatizar el proceso de papeleo y digitalizar los documentos de cada estudiante para evitar así la acumulación inútil de una cantidad exorbitante de fotocopias por cada paso, y los extravíos de requisitos que provocan una pérdida de tiempo y dinero en volver a realizar todos los trámites.

En síntesis, para lograr profesionales que al salir no se dediquen a cualquier cosa menos a su profesión de base, es necesario realizar grandes cambios desde la raíz, en las aulas con docentes actualizados, administrativos voluntariosos, un sistema eficaz y estudiantes con ganas de lograr el nivel de conocimientos que haría de nuestro país una potencia académica y científica.


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